¿Alguna vez te has mirado en el espejo y lo que ves no se corresponde con quién eres? Así me he sentido yo dieciocho años.
Siempre creí ser diferente, no me sentía cómodo con aquellas cosas que tenía que hacer o ser por ser mujer. En la adolescencia me di cuenta de que me gustaban otras chicas, como yo. Y pensaba que era la razón de sentirme masculino. Sin embargo, conocer a otras personas que han pasado por la transición de un género a otro y las redes sociales, me hicieron ver que no era lesbiana.
La verdadera realidad que se gestaba en mí era totalmente diferente. Había pasado toda mi vida escondido en un cuerpo que no me representaba. La liberación que sentí en ese momento solo se compara con la felicidad que sentí cuando inicie el proceso hormonal para ser un hombre.
El proceso hormonal fue duro, pero la felicidad que sentía lo contrarrestaba. El mayor miedo al que me he enfrentado ha sido la no aceptación de los demás, la perdida de amistades y los prejuicios de la sociedad. No entienden que no es una decisión alocada o sin madurar. Sino que soy así y siempre lo he sido. Aunque incluso yo no lo haya entendido a veces.
¿Si nacierais con un brazo de más, no querríais quitároslo? Si hubierais podido elegir cómo sois, ¿no cambiaríais cosas? La única diferencia es que yo sí quiero elegir. Yo necesito ser quien soy. Mostrarme al mundo como David para poder sentirme bien conmigo mismo, sin importar la mirada de los otros. Entendí que el género es algo que va más allá de la condición física. Que es una construcción social para ajustar a las personas y normalizarlas, y que yo me salía de esa norma.
David, tras nueve meses de tratamiento hormonal
Bachiller Ruiz, Natalia
Caballero Lázaro, Azahara
Esteban Martínez, Diana
González Muñoz, Alejandra M