Centros educativos sin trabajadores sociales

En muchos centros educativos, como son colegios e institutos, se ha eliminado la figura del trabajador social. A pesar de ser personal no docente, es una pieza imprescindible en el ámbito escolar. Esto es porque la mayoría de los casos graves familiares que sufren los menores se detectan en la escuela.

Antes de ser suprimidos, los trabajadores sociales actuaban junto con el psicólogo, o como ahora lo llaman: el orientador escolar. Pero, finalmente, se ha mantenido este último, asumiendo, de alguna forma, el papel de trabajador social también.

Pero, esto no es eficaz. En cada centro, se estima que hay 2 ó 3 alumnos por aula de 30 sufriendo problemas socioeconómicos que perjudican a su rendimiento escolar de forma importante. Necesitan ayuda de un trabajador social, ayuda que requiere un gran proceso: estudio, diágnostico, planificación, ejecución y evaluación. Por tanto, no es una situación que un orientador escolar pueda abordar de manera individual.

¿Por qué se prescinde del trabajador social?

No hay datos suficientes para saber el por qué de la inexistencia de trabajadores sociales en centros educativos, puesto que la excusa de utilizar la crisis para que desaparezca esta figura no tiene soporte, dado que precisamente la crisis agrava los problemas sociales ya existentes (o nuevos).

O quizá sea por la poca importancia que se le da al papel del trabajador social en los centros educativos. Pero, como se menciona anteriormente, es en la escuela donde se detecta la mayoría de los casos graves. Al haber suprimido la figura del trabajador social, es el propio docente el que tiene que intervenir en los problemas familiares que afectan directamente al  alumno, y de los que no siempre tienen constancia los trabajadores sociales del municipio donde vive.

Como ejemplo, el caso de un alumno o alumna que sufra maltrato por parte de alguno de sus progenitores. Es inusual que se dirija a asuntos sociales para denunciar el caso o pedir ayuda. Sin embargo, sí es más fácil para él o ella pedir ayuda al trabajador social del centro. Sobre todo en casos en los que el menor no quiere que su familia se entere de la iniciativa que ha tenido.

Por tanto, el docente no puede gestionar de una manera óptima dicha situación, puesto que está interviniendo en un campo que no es el suyo.

En conclusión, no solamente hay que recuperar la figura del trabajador social en los centros educativos, sino además, reforzarla con recursos integrales.

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Puente Nuñez, Jorge

Sánchez Rodríguez, Indhira