¿Qué es la igualdad de oportunidades? ¿Existe realmente? Según Roemer (1998), la igualdad de oportunidades establece lo que la sociedad debería hacer para nivelar el terreno en el cual las personas compiten por un puesto. Implantando el principio de no discriminación y de mérito. Para que todos y todas obtengan el potencial para alcanzar los resultados de su elección.
En el lado opuesto nos encontramos con la desigualdad de oportunidades. Según Roberto Nieto (2014), está marcada por la estratificación social. La cual determinará la división social en función de la distribución de bienes económicos, sociales y simbólicos. Estos posicionarán a las personas en los diferentes estratos de la jerarquía social. Estas desigualdades no las elegimos, no son responsabilidad de cada uno, pero marcan la vida de la persona. Roemer (1998) introdujo dos determinantes para explicarlo. Esfuerzos, que dependen de la persona para conseguir unos resultados, y circunstancias, que están fuera de su control.
Igualdad de oportunidades e igualdad de resultados
Hay que tener en cuenta que la igualdad de oportunidades no supone una igualdad de resultados. Por ejemplo, dos niños/as que estén en el colegio tendrán el terreno nivelado y obtendrán el potencial, para según su esfuerzo, poder alcanzar unos resultados. Podrán ser resultados distintos, pero no injustos porque se encuentran en igualdad de oportunidades. Pero, y ¿cuándo uno de ellos/as es discriminado por su clase social, género, nivel socioeconómico o cultural (circunstancias que no puede controlar)? ¿Estamos ante una igualdad de oportunidades? ¿Podrán obtener los mismos resultados?
A lo mejor deberíamos empezar a plantear una igualdad de oportunidades desde el principio del camino y no en la obtención del resultado. Porque si nos centramos en el final, las personas que están siendo discriminadas por circunstancias ajenas a su responsabilidad van a tener que esforzarse mucho más para intentar conseguirlo que las personas que no lo están. Y entonces, nos encontramos en una situación de desigualdad de oportunidades.
Lucía Ruiz López
Estupendo
Gracias por tu comentario, Sonia.
Un saludo